domingo, 24 de mayo de 2020

El flogisto y economía moderna.






Una de las razones que daba Joan Robinson para estudiar economía era precisamente la de prepararse para los engaños de los economistas, si yo tuviese que alertar del peligro que éstos suponen hoy día creo que el mejor consejo sería que lean diréctamente, la poca dicción, las faltas de ortografía o mala síntesis es algo bastante común en el gremio.

El hecho es que hace poco volvieron a hacer gala de su poca habilidad, aquí y aquí. Dado que hace cierto paralelismo con el flogisto, sustancia con la que se pretendía explicar la combustión, pondremos algunas "sustancias" que hacen de flogisto hoy en la teoría económica:


Utilidad: La utilidad pretende ser una variable que mide la satisfacción, tal cual. Esta utilidad, el valor, estaría revelado por las compras que uno hace y medido en útiles, sin embargo dado que la utilidad del dinero es decreciente y las preferencias cambian, ¿cómo comparar bienes de una misma y única compra cuando el dinero gastado no sólo no es simétrico en valor sino que además oscila?, ¿en la comparación entre dos compras los cambios son debidos a la preferencia de los bienes, al presupuesto del sujeto o al cambio de precio? Se hace aquí imposible la medición y su comparación, siendo tan metafísica como la plusvalía marxista.





Además, dado que cuando uno realiza compras ya cambiaría sus preferencias (piense en un comprador de un automóvil, que no volverá a comprar en mucho tiempo, o en algo aún más simple como la compra de sal, alcohol o fruta en un supermercado, que pueden cambiar el paladar del sujeto, compras que además no volverán a realizarse hasta que los bienes sean agotados), esto significa que una vez se ha realizado la compra y medido la "utilidad", esta medida deja ya de tener sentido, puesto que la siguiente compra se regirá por una función de utilidad nueva que sólo se podrá medir cuando sea realizada, es decir, la función de utilidad de productos futuros no se puede conocer a través de la medición de los productos pasados ni tampoco compararse con éstos, puesto que no sabemos qué parte de los cambios se debe a cambios de preferencia y cuáles a precios o presupuesto.

La idea de maximizar la utilidad llevaba a una distribución simétrica, como dejaba claro Marshall en su exposición, si la tasa del dinero es como la de todo bien, esto es decreciente, la utilidad hace que a medida que uno obtiene más dinero su utilidad disminuye, consiguiéndose la mayor utilidad social cuando el dinero está distribuido en igualdad (sin embargo, volvemos a chocar con el problema de las preferencias, pues no todo el mundo otorga la misma utilidad al dinero, de modo que las primeras 100 unidades monetarias no son igual en útiles para todo el mundo).



Capital: Las propiedades del capital son aún más elevadas, el capital es una sustancia incorpórea que se extiende a todas las herramientas de producción para hacerlas homogéneas, siendo una sustancia que permite que las herramientas sean medidas en términos de precios nominales o volumen (aquí el paralelismo con el flogisto es bastante evidente). Por un lado estaría el trabajo y por otro el capital, a partir de aquí uno obtiene la función de producción. En España en 2015 el capital suponía 3.197 billones de euros, de los cuales Cataluña poseía el 17´76% y Madrid el 16`54% sobre el total. Uno añade el precio de los bienes de inversión agregados en euros (otras veces en volumen o términos reales) y a partir de aquí puede empezar a realizar funciones de producción. Estas funciones pretenden medir la eficiencia con que se usa el capital y el trabajo, a mayor producción respecto a éstos, mayor será la eficiencia, puesto que ésta es únicamente la brecha entre producción por un lado, y capital y trabajo por otro (por ejemplo en una función Coob Douglass).

En su primer uso empírico la función de producción parecía funcionar, sin embargo únicamente ofrece datos válidos cuando la distribución de capital y trabajo permanece estable, es decir, cuando las participaciones de ambos no cambian. Esto es debido a que la función simplemente expone la identidad contable de "Producción = Salarios + Excedente" (véase la crítica de Jesús Felipe o Anwar Shaikh).



Variable error: Presente generalmente en la economía aplicada, esta variable tiene el don de contener en un modelo (generalmente de regresión) "todas las variables que quedan fuera", si un modelo para explicar una variable Y contiene Xn variables pero realmente se explica con Xn + Zn variables, el efecto de las variables desconocidas debe estar contenido en los errores, E, puesto que sino están ahí incluidas no podemos conocer la relación de las Xn variables con Y. Es decir, se presupone que con la regresión conocemos la relación de las Xn variables con Y, de modo que lo que queda por explicar se encuentra en las variables no contenidas Zn, recogidas en E.

El problema es que para conocer la relación de las Zn variables con Y debemos de tener la relación de las Xn variables con Y de antemano. He ahí la inocencia del que usa las regresiones, puesto que se hace imposible conocer la relación de las Xn variables si no tenemos las Zn variables y viceversa, no podemos conocer ninguna. Esto deja a las operaciones econométricas en meras operaciones algebraicas sin sentido externo o real fuera del papel (el papel lo aguanta todo, decía la gran Catalina).

Como siempre y cuando no conozcamos la relación de todas las variables no podemos conocer cómo se relacionan éstas con Y, la regresión pierde todo el sentido, puesto que cuando tenemos todas las variables reunidas únicamente debemos realizar derivadas parciales e ignorar el trabajo de regresión, es decir, la regresión da la relación verdadera cuando no es necesaria pues ya se conoce. El problema radica en la imposibilidad de realizar una derivada parcial por medio de una regresión a una fórmula cuyas variables desconocemos, ante lo cual se opta por dar a los errores "todas las variables desconocidas y no incluidas en el modelo" (cuya derivada además será 1) y a las Xn variables relación verdadera con Y.




Visto lo visto, para qué íbamos a necesitar hoy de teoría marxista si ya tenemos teorías místicas con elementos incorpóreos e inobservables.




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